Dunas y humedales de Ibicuy, en peligro por la extracción de arena
Entre Ríos posee un paisaje único en Ibicuy, en la región del Delta del Paraná: se trata de una antigua isla formada previamente al ingreso del mar, hace unos 4.500 años. La dinámica marina depositó dunas en las costas de ésta. Hoy esta área de médanos está siendo transformada por la actividad extractiva de arena. La zona se está degradando rápidamente, alterando la hidrología y ecología del lugar.
Dentro de la región del Delta del Paraná se encuentra un paisaje único y de alto valor ecológico localizado en los alrededores de la localidad de Ibicuy, Entre Ríos. Se trata de un sistema de médanos de dimensiones variables formado hace aproximadamente 4.500 años durante una fase de ingresión marina en el Holoceno Medio que bordea al norte, sur y este de un área que originalmente conformaba una antigua isla localizada en un golfo marino. Este fenómeno, que le confirió al área una fisonomía distintiva, constituye una singularidad geomorfológica que alberga una biodiversidad específicamente adaptada a suelos arenosos, con especies ausentes en el resto de la región.
Tradicionalmente, el uso del suelo en esta área se caracterizó por una ganadería extensiva, complementada con una minería de arena de baja escala. No obstante, en los últimos años, coincidiendo con el auge de la explotación de hidrocarburos no convencionales mediante fractura hidráulica (fracking), la actividad minera se intensificó, provocando una modificación de los ecosistemas naturales. El aumento de la demanda en Vaca Muerta, en Neuquén, multiplicó los proyectos extractivos en canteras nacionales, especialmente en diferentes localidades de la provincia de Entre Ríos, las que se caracterizan por la alta pureza de las mismas, las que las hacen muy adecuadas para esta actividad. A esto se le suma la existencia en dicha provincia de bajos cánones impositivos.

La arena silícea de alta pureza constituye un insumo crítico para la fractura hidráulica ya que se requiere la inyección de un “propante” —generalmente arena de cuarzo de alta pureza—. Su función es mantener abiertas las fisuras creadas en el sustrato rocoso, permitiendo el flujo de los hidrocarburos hacia el pozo. Este material debe poseer características específicas: granos redondeados para una distribución eficiente de la carga, resistencia mecánica excepcional para soportar presiones extremas, y un alto contenido de sílice con bajos niveles de impurezas para evitar la obstrucción de los poros de la roca.
Las dunas de Ibicuy poseen arenas con dichas características, lo que las ha convertido en un recurso estratégico. La demanda es cuantiosa: un solo pozo de fracking puede requerir entre 2.000 y 10.000 toneladas de este material. Este volumen de consumo ha impulsado la proliferación de proyectos extractivos y plantas de lavado no solo en Ibicuy sino también en otras localidades entrerrianas como Diamante, desde donde el material es transportado más de 1.300 km hasta Neuquén (https://aapepyg.com/2022/11/23/fracking_entre_rios/).
La consecuencia inmediata de esta minería intensiva es la profunda degradación de este paisaje único, con impactos profundos sobre la estructura y funcionamiento de estos ecosistemas y afectando su flora y fauna, altamente adaptadas a estas condiciones ambientales y cuya distribución en el Delta del Paraná se restringe a los suelos arenosos de esta zona. La extracción está transformando radicalmente la topografía del lugar: el relieve positivo característico de las dunas está siendo reemplazado por un relieve negativo, producto de la remoción de varios metros de espesor del sustrato. Esta excavación, que en muchos casos alcanza el nivel freático, resulta en la creación de cuerpos de agua artificiales en un en un paisaje que originalmente carecía de ellos, alterando fundamentalmente la hidrología y la ecología del lugar.
Foto: Rubén Quintana