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Humedales  de la Cuenca del Plata, aliados naturales para enfrentar el cambio climático 

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Los ríos Paraguay y Paraná forman parte de la Cuenca del Plata, que alberga el corredor de humedales fluviales más extenso del mundo y explica el 70% del PBI de los cinco países que comparten este territorio de riqueza invaluable.

Estos humedales son los aliados naturales para mitigar y adaptarnos a los efectos del cambio climático, que ya impactan en la región a través de eventos extremos meteorológicos cada vez más severos y frecuentes.

Gracias a su capacidad para capturar y almacenar carbono, ayudan a reducir la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera, lo que incide directamente en la mitigación del cambio climático. Además, proporcionan una barrera natural frente a sequías, inundaciones y tormentas, esencial en la adaptación al cambio climático.

A pesar de su papel irremplazable como fuente de vida y biodiversidad, estos ecosistemas perdieron hasta un 22% de superficie a nivel global desde los años 70 hasta ahora por la acción humana, una cifra que en Latinoamérica escala hasta un 59%.

En este marco, Argentina acaba de presentar su nueva Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) con objetivos a la baja. Por eso, resulta clave conservar este extenso corredor fluvial, el último de flujo libre del mundo, para garantizar salud y economía sanas en la región.

“Humedales fluviales de la Cuenca del Plata: Aliados para la adaptación y mitigación al Cambio Climático”, la nueva publicación de la Fundación Humedales/ Wetlands International, es la primera investigación que aborda de manera clara la función fundamental que cumplen estos ecosistemas frente al calentamiento del planeta. Este trabajo llega en un momento clave: a días del inicio de la COP30 de Belem (Brasil), donde representantes de gobiernos, sector privado y organizaciones civiles buscarán avanzar en la coordinación de políticas climáticas, financiamiento y transición energética.

Filtros naturales

Los humedales brindan el 40% del total de las funciones socio-ecológicas que proveen todos los ecosistemas del mundo generando innumerables beneficios: mejoran la calidad del aire, depuran el agua, albergan biodiversidad y brindan paisajes de una belleza única, proporcionando una llave natural para la creación de empleos y riqueza.

Acciones posibles a implementar para mitigar y adaptarnos a los efectos del Cambio Climático desde los humedales.

En los humedales, el agua es el elemento dominante. “El ejemplo más gráfico para dimensionar las contribuciones de estos ecosistemas es su capacidad de depurar naturalmente el agua transportada por los ríos. La conectividad hídrica entre los ríos y los humedales de sus planicies de inundación es fundamental para mejorar la calidad del agua”, explicó Gastón Fulquet, coordinador regional del programa Corredor Azul de la Fundación Humedales/Wetlands International.

Esta agua de calidad es la base de diversos usos productivos regionales como la pesca, la agricultura, la ganadería y la forestación, así como un insumo central para procesos industriales y extractivos, como la minería. No es casual que el principal polo agrícola, urbano-industrial y portuario de la Argentina se encuentre en los bordes del río Paraná y su delta.

Impactos del cambio climático

El cambio climático ya se siente en la región. La publicación de Fundación Humedales/ Wetlands International explica cómo los humedales  del corredor Paraguay-Paraná acumulan los excesos de agua en períodos de crecida extraordinaria, y regulan el escurrimiento lento del agua en los períodos más secos, actuando como cortafuegos naturales durante las sequías prolongadas.

El Litoral argentino, especialmente en el sistema Paraguay-Paraná, ya padece estos eventos extremos que incluyen sequías prolongadas y bajantes históricas, incendios en humedales, pérdida de calidad del agua y de conectividad ecológica. “Estos fenómenos demuestran que el cambio climático intensifica las tensiones existentes sobre los humedales del Litoral, exigiendo una gestión multinivel y mecanismos de gobernanza más sólidos”, dijo el ministro de Ambiente y Cambio Climático de la provincia de Santa Fe, Enrique Estévez.

Responsabilidades compartidas

Los humedales reciben menos atención que otros ecosistemas a nivel global, a pesar de ser el ecosistema cuya destrucción ha avanzado con mayor rapidez. “Una buena gobernanza de los ecosistemas requiere enfoques colaborativos: el Estado debe liderar y coordinar con la sociedad civil y los privados. Desde el Programa Corredor Azul hemos hecho importantes aportes tanto en Argentina como en Brasil”, explicó Fulquet. 

Crédito: Juan Menoni

Por eso, en Argentina el Programa Corredor Azul ha apoyado activamente el avance del Inventario Nacional de Humedales, con más de 35.000 km2 de humedales inventariados a lo largo de la Cuenca baja y media del Paraná. Los inventarios son herramientas importantes tanto para la evaluación del estado de conservación de estos ecosistemas, como para un Ordenamiento Ambiental del Territorio que contemple la dimensión de riesgo hídrico.

En Brasil, se contribuyó al fortalecimiento de sistemas de alerta temprana y acción anticipada para la predicción de sequías y la mitigación de sus impactos, y también se participó del desarrollo del Sistema de Inteligencia del Fuego en Humedales (SIFAU, por su sigla en portugués) en colaboración con universidades y autoridades ambientales subnacionales en Pantanal.

Los estados subnacionales cumplen un papel fundamental, sobre todo si los niveles nacionales no priorizan la agenda de cuidado ambiental. Santa Fe, con casi 800 kilómetros de costa sobre el Paraná, ha avanzado con varias herramientas: “En un escenario de débil priorización climática a nivel nacional, los gobiernos subnacionales adoptamos estrategias de integración regional, concertación de políticas y herramientas innovadoras como la Institucionalización del enfoque de cuenca que articula políticas provinciales con programas como el Corredor Azul”, explicó el ministro de ambiente santafesino.

Para conservar humedales saludables, el primer cuidado proviene de las poblaciones locales: “Vivir en esta zona requiere conocimientos técnicos e información diaria sobre el humedal, las islas y el río. Hay una saludable circulación de información con material de estudio que incluso llega a las escuelas. Nunca hablamos del territorio como algo ajeno a nosotras, lo sentimos como una extensión de nuestros cuerpos”, comentó Soledad Ferrerías, de la organización Taller Flotante  de Victoria, Entre Ríos.

Según Ferrerías, la crisis ecológica en la zona del Delta del Paraná es preocupante. “Esta última bajante, que aún persiste, nos debe hacer tomar conciencia de que se trata de algo distinto: no es sólo que los pulsos naturales traen más o menos agua. Son cambios inéditos, relacionados con los cambios profundos producidos por la acción humana”. Para Ferrerías, las organizaciones sociales -desde la autogestión- ocupan un lugar central en el cuidado de la naturaleza. “Desde Taller Flotante participamos con proyectos de gestión en ordenamiento ambiental, educación, cultura y producción”, agregó.

La COP 30 que arranca la semana próxima, y vuelve a hacerse en Latinoamérica después de más de una década, puede ser una oportunidad para que los humedales sean valorados como la mejor solución basada en la naturaleza que esta rica región tiene para ofrecer frente a la crisis climática global a los más de 100 millones de personas que la habitan y disfrutan, cada día, de las riquezas que ofrece.

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